Toca el dibujo de ambientes, para el que tomaremos la clase como modelo. Así, continuando con la metáfora, si dibujar es una labor dura, como picar roca, y la clase es el sitio que da lugar a esta actividad, la clase se convierte en una 'cantera de formas' (lo cual explica porque algunos aprendices salimos del aula como si nos hubiéramos estado extrayendo carbón).
El propósito es dibujar ambientes, atmósferas envolvente en las que destacan sombras y luces fuertes; lugares con tensiones y zonas difusas. Para elegir sitio hacemos dibujos en el cuaderno, a modo de esquema, debiendo elegir las zonas donde más contraste hay entre sombras y luces, que serán las más interesantes. De esta forma el dibujo en el cuadreno se convierte en una forma de pensamiento, pues nos permite decidir si el lugar y el encuadre son los adecuados.
La forma de proceder era la misma llevada a cabo para los cuadros de Macdonald Wright, es decir, buscar una geometría primaria, generatriz a partir de la que desarrollar el espacio; aunque en este caso no 'copiamos' de un cuadro, sino que estamos realizando una abstracción de la realidad que observamos. Se trata de captar el entorno, las sensaciones que origina. La problemática consiste en dejar de ver a clase de forma contidiana, figurativa, para verla desde el puento de vista del creador, de forma abstracta. Una realidad de la que tomamos algunos elementos para crear un nuevo espacio.
En esta clase me sentí perdido: primero vagando por la clase para encontrar algún rincón que considerara interesante a nivel espacial y despues tratando de dibujar de forma abstracta una serie de elementos figurativos, como muros, mesas y columnas. Decidí tomar el fondo de la clase como referencia, una gran franja horizontal. En los últimos 10 minutos de la clase tuvimos que repetir el dibujo en vertical, lo cual me parecía imposible.
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